Los tiempos de la memoria.
Tengo que confesartelo: una noche me olvidé de vos. No sé si fue tan brusco como lo transcribo, pero una noche el cielo alumbraba mi percepción, y la ciudad me entendía porque yo la llenaba, la poblaba y la hacía mejor, como ella a mi. Una noche iba en el taxi con mis colegas y la luz de los balcones me completó, las calles parecían amigas y la gente daba bienvenidas. Esa noche me olvidé de tu cielo y de tu cuerpo, de la luz de tu ciudad y de tus almohadas. El vacío de mi presente se colmaba de luz, de gente, de bienestar y Dicha, de fuego y de alma, y quizás un poco de carne, y mi anhelo se apagaba porque no me faltaba entender, porque podía sentirme e incluirme, reconciliarme. Quizás es injusto, pero tu comprensión me aniquiló, porque no pudo estar, no pudo alcanzar el lugar más pequeño de mi sentir, ni ayudarme a levantar las migas de pan que quedaban en el piso. Me extendió la mano esta ciudad y la reconocí nueva y más joven, porque me habia peleado con la idea de poseerl...